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Maya, demonio
Hema

Mandodari, reina

 

Vínculos de familia

Cónyuges/Hijos(as)::
1. Ravana, rey demonio

Mandodari, reina

  • Consorte (1): Ravana, rey demonio

  Descripción:

Esposa y reina principal del demonio Ravana

  Observaciones y comentarios:

  • A los ojos de una dama hindú la "buena suerte" consiste en la larga vida de su marido, y la viudez es considerada como la peor de las maldiciones.
  • El sabio Yajñavalkya le cuenta a Bharadwaja:
    [...] El demonio Maya tenía una hija, Mandodari, extremadamente hermosa, una joya entre las mujeres.
    Maya se la entregó a Ravana, sabiendo que éste iba a ser el señor de los demonios. [...]
    Teniendo secuestrada a Sita, Ravana le dice:
    [...] "Escucha, oh hermosa y sabia señora: Haré a Mandodari y todas las otras reinas tus criadas; lo juro, con la condición de que pongas tu mirada en mi por una sola vez". [...]
    [...] Desde que Hanuman se había marchado después de incendiar Lanka, los demonios habían estado viviendo en terror constante.
    En sus propias casas pensaban: "Ya no hay esperanza para la raza de los demonios.
    Si su enviado era poderoso más allá de toda palabra, ¿qué resultado se puede esperar cuando el maestro mismo entre en la ciudad?"

    Cuando Mandodari, reina principal de Ravana, oyó de sus espías femeninas lo que los ciudadanos iban diciendo, se sintió muy perturbada.
    Reuniéndose con su señor a solas se echó a sus pies y con las manos juntas le dirigió palabras llenas de sabiduría:
    "Mi señor, evita la lucha con Sri Hari. Acepta mis palabras e tu corazón como el más corriente de los consejos.
    Mi señor, si buscas tu propio bien, llama a uno de tus ministros y envíalo de vuelta con la consorte de ese príncipe Sri Rama pues solo el pensar
    en los hechos de su enviado hace abortar a las esposas de los demonios.

    Al igual que una noche fría hace descender el desastre en una camada de lobos, Sita ha venido aquí como un mal para tu raza.
    Escucha, mi señor, a menos que sólo devuelvas a Sita, ni siquiera Sambhu, el señor Shiva y Brahma pueden ayudarte.
    Las flechas de Rama son como un enjambre de serpientes, mientras que la hueste de demonios puede ser únicamente comparada a sapos.
    Por lo tanto, abandona tu obstinación y piensa algún medio de salvación antes de que las serpientes nos devoren
    "

    Cuando el loco Ravana, que era conocido por todo el mundo por su arrogancia, oyó la admonición de Mandodari, rugió riéndose y dijo:
    "Se dice verdaderamente que una mujer es temerosa por naturaleza. Ella siente miedo incluso en las buenas ocasiones, pues su mente es muy débil.
    Si la hueste de monos viene, los demonios harán banquetes con ellos y así se alimentarán. Los mismos guardianes de las esferas temblaban de miedo ante mí; ¡qué ridículo que tú, mi esposa, estés asustada!."

    Diciendo esto se rio y la abrazó y luego se fue a su sala de consejos mostrando gran afecto por ella.
    Mandodari, sin embargo, se sintió profundamente preocupada y pensó que el cielo se había vuelto en contra de su señor. [...]

    Ante el arribo de Sri Rama y su ejército a Lanka, Mandodari dice a Ravana:
    [...] "Escucha mis palabras sin enfadarte, amado mío: sólo se debe entrar en hostilidad con aquél al que se puede conquistar por ingenio o fuerza física.
    Las diferencias entre el Señor de los Raghus y tú, son en cualquier caso análogas a las que existen entre la luciérnaga y el Sol.
    Él es quien dispone de los Madhu y Kaitabha más poderosos y quien acabó con los más valientes de los hijos de Diti, Hiranyakashipu y Hiranyaksha, y
    no sólo eso, sino que es también quien sentenció a Vali y expulsó al Rey Sahasrabahu, así llamado por poseer 1.000 brazos.
    Es aquel que bajó a la tierra para aliviarla de su aflicción.

    Mi señor, no deberías oponerte a Aquél que es el Dueño del Tiempo, el destino y el alma.
    Postra tu cabeza a los pies de loto de Sri Rama, devuélvele la hija de Janaka; y cediendo el reino a tu hijo, retírate al bosque, y adora al Señor de los Raghus.
    Sri Rama, mi señor, es compasivo con los humildes.
    Él te perdonará. Incluso el tigre, la bestia más feroz de todas, no devorará a un hombre si éste se pone delante de él con sumisión.

    Ya has llevado a cabo todo lo que tenías que hacer: has conquistado no sólo a dioses y demonios, sino la creación completa, animada e inanimada.
    Los santos, mi señor, han declarado que un monarca debería retirarse al bosque en la cuarta etapa de su vida.
    Allí, esposo mío, debes adorar a Aquel que es el creador, preservador y destructor del Universo.
    Mi señor, renunciando a todas las ataduras mundanas, adora al mismo Héroe de la estirpe de Raghu, amante de los suplicantes.

    El mismo Señor de los Raghus, el Rey de Kosala, a quien los más grandes sabios han hecho grandes esfuerzos por realizar y por quien los monarcas
    han renunciado a sus tronos y se han desprendido de cada uno de sus apegos, es Él quien ha llegado aquí a derramar Su gracia sobre ti.
    Amado mío, si aceptases mi consejo, tu fama justa y excepcionalmente santa se extendería a través de las tres esferas.
    "

    Diciendo esto, Mandodari se abrazó a los pies de Ravana, y con los ojos llenos de lágrimas y todo el cuerpo tembloroso, añadió:
    "Mi señor, adora a Rama para que mi unión contigo pueda durar hasta la eternidad".

    Ante esto, Ravana alzó a la hija de Maya, Mandodari, y el desventurado empezó a repetir en su propio interés:
    "Escucha, querida; estás obsesionada por miedos vanos.
    ¿Qué guerrero en este mundo puede igualarme?
    Por la fuerza de mi brazo he conquistado no sólo a Varuna, a Kubera, al dios de las riquezas, al dios del viento, a Yama, dios del castigo, y no sólo a todos los demás
    regentes de los rincones del mundo, sino a la Muerte misma.
    Todos los dioses, demonios y seres hurtos, están bajo mi control; ¿cuál es entonces la razón de tu miedo?"

    Tranquilizándola así, fue y una vez más se sentó en su cámara de consejo.
    Mandodari estaba ahora profundamente convencida de que era la amenaza de muerte de su marido lo que había estado rondando por su cabeza. [...]
    Sri Rama dice a Vibhisana:
    [...] "Vibhisana, mira cómo las nubes se acumulan rápidamente y cómo los relámpagos se proyectan en la región meridional.
    Una nube amenazadora está retumbando suavemente y me temo que puede acontecer una fuerte tormenta".


    Vibhisana replicó: "Escucha, mi gracioso Señor: no se trata de relámpagos ni de acumulaciones de masas nubosas.
    En la cumbre de Lanka hay un salón donde Ravana está presenciando un concurso de música y danza.
    Es la enorme sombrilla real que se extiende sobre su cabeza, lo que da la sensación de ser una espesa y oscura masa de nubes; los adornos en los oídos de la reina Mandodari, mi señor,
    producen destellos como los de los relámpagos; y la incomparable música de los platillos y tambores es el dulce retumbar que Tú, oh rey de los moradores del cielo, escuchas".

    El Señor sonrió al oír hablar de la arrogancia de Ravana; tensó su arco y en la cuerda del mismo ajustó una flecha.
    De un simple tiro el Señor atravesó la sombrilla y las coronas de Nirvana, así como los pendientes de Mandodari, los cuales cayeron al suelo a la vista de todos, sin que nadie pudiera descubrir el misterio.
    Habiendo llevado a cabo esta sobrecogedora hazaña, la flecha de Sri Rama dio la vuelta y fue a parar de nuevo a su carcaj.

    En la asamblea de Ravana todo el mundo estaba alarmado al ver su fiesta interrumpida de esta forma.
    No había ningún terremoto ni ninguna ráfaga de viento. Tampoco habían visto ningún arma o proyectil.
    Sin embargo, dentro de ellos mismos, todos suponían que era una alarman te señal de mal agüero.
    Cuando el monstruo de diez cabezas vio que la asamblea estaba asustada, rio e hizo las siguientes a ingeniosas observaciones:
    "¿Cómo puede el simple caer de coronas ser un signo de mal agüero para quien incluso la caída de cabezas sería una bendición? Por ello que cada uno regrese a su propia casa y se retire."
    Ante estas palabras todos inclinaron la cabeza y regresaron a sus casas. Pero la ansiedad se había introducido en el corazón de Mandodari desde que sus pendientes habían caído al suelo.

    Con los ojos llenos de lágrimas y juntando las palmas de sus manos, dijo:
    "Oh Señor de mi vida, escucha mi petición: amado mío, cesa en tus hostilidades con Sri Rama y no te obstines más en tomarle como un simple mortal.
    Ten confianza en mis palabras cuando digo que Sri Rama, joya de la raza Raghu, se manifiesta a sí mismo en la forma de este universo y que los Vedas conciben
    cada uno de sus miembros como una esfera diferente.

    Las regiones subterráneas, Patala, son Sus Pies y la morada de Brahma Su cabeza, mientras que las otras esferas intermedias están localizadas en sus otros miembros.
    La terrible Muerte no es otra cosa que la contracción de sus cejas, el Sol es su ojo y la masa de nubes sus cabellos.
    Los dioses gemelos Aswinikumaras, seres celestiales, son las ventanas de su nariz la alternancia de días y noches constituye el repetido pestañear de sus párpados; mientras que las diez regiones de los ciclos son sus oídos; así se dice en los Vedas. Los vientos son su Respiración y los Vedas sus propios discursos.
    La gula es su labio inferior y Yama, el dios que nos juzga en el momento de la muerte, es su terrible diente; Maya, la ilusión cósmica, es su risa y los regentes de las diez regiones sus brazos; el fuego es su boca y Varuna, dios que gobierna sobre las aguas, su lengua; mientras que la creación, preservación y destrucción del Universo, son sus gestos.
    Las dieciocho especies principales del reino vegetal constituyen la línea del pelo de su vientre, las montañas son sus huesos y los ríos representan su sistema venoso.
    El océano es su vientre y el infierno sus órganos de urinación y excreción.

    En resumen, y sin que haya que entrar en más detalles, el Universo es una manifestación del Señor.

    El Señor Shiva es su ego, Brahma su razón, la Luna su mente y el gran Vishnu es su facultad de entendimiento.
    Es el mismo Señor Sri Rama, manifestado en la forma de esta creación animada e inanimada, el cual ha asumido apariencia humana analizado así; escúchame, oh señor de mi vida:
    Cesa en tus hostilidades con el Señor y cultiva la devoción a los Pies de Sri Rama, de forma que no se pierda mi buena suerte.
    "

    Ravana rio al oír las palabras de su esposa.
    "Oh que grande es el poder de la pasión.
    Para conocer el carácter de una mujer, hay que observar que los ocho demonios siguientes siempre habitaron en su corazón: negligencia, falsedad, inconstancia, engaño, timidez, indiscreción, impureza e insensibilidad.
    Has descrito la forma cósmica del enemigo y así me has narrado la historia más alarmante.
    Pero todo esto, amada mía, está naturalmente bajo mi control; y por tu gracia, ahora veo esto más claro.
    Conozco tu ingenuidad, querida; ya que me has hablado de este modo acerca de mi grandeza.
    Tus palabras, oh dama de delicados ojos, son profundas: proporcionan deleite cuando se entienden y disipan todos los miedos, tan sólo con escucharlas."

    Mandodari estaba ahora totalmente convencida de que la amenazadora muerte había engañado a su marido. [...]
    [...] Ravana se sintió muy triste al oír que Angada poco antes de llegar a su presencia había matado a su hijo.
    El miedo y el nerviosismo creció también en los demonios al contemplar la efectividad del desafío de Angada.
    Al anular el poder de Ravana, el cuerpo del poderoso mono, hijo de Vali, se estremeció por la emoción y los ojos se le llenaron de lágrimas, abrazado al deleite de los pies de loto de Sri Rama.

    Dándose cuenta de que ya había atardecido, el monstruo de diez cabezas volvió desconsolado a su palacio, donde Mandodari de nuevo le habló y aconsejó así:
    "Recapacita, mi amado señor, y abandona tu perversidad; tus disputas con el Señor de los Raghus están fuera de lugar.
    El hermano menor de Sri Rama, Lakshmana, trazó una fina línea, que tampoco tú podías cruzar. Amado mío, esperas conquistar en la batalla a aquél cuyos mensajeros llevan a cabo semejantes hazañas?

    Saltando a través del océano como si fuera un simple juego, esta mezcla de leones y monos sin miedo alguno entraron en tu Lanka, mataron a tus guardianes y devastaron tu jardín.
    Y no sólo eso; el mono mató al Príncipe Aksa en tus propias narices, e incendió toda la capital, reduciéndola a cenizas.
    ¿Dónde se escondía tu orgullo en ese momento?

    No consientas más en inútiles ostentaciones, esposo mío, y acepta mis palabras en tu corazón.
    No imagines que el Señor de los Raghus es un simple rey mortal, esposo mío, y reconócele como el Controlador de la creación animada e inanimada, de fuerza inigualable.
    El poder de sus flechas es conocido por Maricha, pero tú no prestaste atención a sus palabras, tomándole por un hombre mediocre.
    En la corte de Janaka donde se reunían en asamblea numerosos reyes, tú también estabas presente con tu enorme e incomparable fuerza. Allí Sri Rama rompió el arco de Shiva y ganó la mano de la hija de Janaka; ¿por qué no le derrotaste en la batalla en aquella ocasión?

    El hijo de Indra, señor de los habitantes del cielo, tuvo una muestra de Su fuerza cuando Sri Rama le capturó y le quitó la vida después de destruir uno de sus ojos.
    También presenciaste el estado de Shurpanakha, y ni siquiera así te sientes avergonzado en tu corazón.
    Mi señor de diez cabezas, trata de reconocer a aquel que mató a Viradha, Khara y Dusana, quitó la vida a Kabandha como si se tratase de un simple juego y se deshizo de Vali con una sola flecha.

    Aquel que ha construido un puente a través del océano como si se tratase de un mero pasatiempo y ha acampado con sus tropas en el Monte Suvela, el mismo Señor misericordioso, la gloria de la raza solar, el cual te envió para tu propio bien un embajador que como un león en medio de una manada de elefantes pisoteó tu poder en el pleno de la corte.
    Y no sólo eso; Él tiene por sirvientes a los más formidables guerreros, como son Angada y Hanuman, tan intrépidos en la batalla, y todavía mi amado señor, tú te refieres a Él una y otra vez como si fuese un simple mortal!

    Tú en vano llevas en tu cabeza el peso del orgullo, el apego y la arrogancia.
    Ah, mi señor, te has vuelto hostil a Sri Rama y, atrapado como estás por la muerte, la luz de la sabiduría no aparece en tu mente.
    La muerte no destruye a nadie con el cetro levantado; simplemente arrebata a la víctima de su devoción, fuerza, razón y juicio. Sólo aquel al cual la muerte se ha aproximado mucho cae, como tú, víctima de la ilusión.

    Dos de tus hijos han sido despojados de la vida y tu capital destruida por las llamas.
    Vuelve sobre tus pasos aunque sea ahora, amado mío.
    Adora al todo misericordioso Señor de los Raghus, esposo mío, y gana así fama intachable
    ".

    Al escuchar las palabras de su consorte Mandodari, agudas como una flecha, se levantó y en cuanto amaneció partió hacia su cámara de consejo. Olvidando todos sus miedos fue y ocupó su trono hinchado por Su excesivo orgullo. [...]
    Sri Rama liquida al demonio Ravana:
    [...] Tensando la cuerda del arco por encima de la oreja, el Señor de los Raghus arrojó treinta y una flechas que volaron como serpientes de la muerte.
    Una de ellas penetró en el ombligo de Ravana, mientras que el resto fueron a parar a sus diez cabezas y veinte brazos con gran ímpetu. Las flechas le arrancaron de un golpe todos los brazos y cabezas, mientras que su tronco bailaba solo por el campo de batalla.
    La tierra se hundió debajo de su peso mientras él se sacudía violentamente, hasta que el Señor le dio con una flecha que lo partió en dos. Y en el momento de morir grito con voz terrible: "¿Dónde está Rama? Pienso matarle ahora mismo".

    La tierra temblaba cuando el monstruo de diez cabezas se cayó; el océano, los ríos, los elefantes guardianes de los puntos cardinales y las montañas temblaban sobrecogidos. Las dos partes se separaron y cayó al suelo, aplastando debajo muchos osos y monos. Después de dejar los brazos y cabezas ante Mandodari, las flechas regresaron al Señor del Universo y entraron de nuevo en su carcaj.
    Al verlo, los dioses tocaron los timbales. Su alma entró en la boca del Señor como un resplandor.
    ///
    Cuando Mandodari, esposa principal de Ravana, vio las cabezas de su señor, se desmayó de dolor.
    Sus otras esposas también se levantaron y se dirigieron al lugar llorando.
    Llevando a Mandodari con ellas, llegaron donde yacía Ravana. Y al ver la condición de su señor, comenzaron a gritar. Se soltaron los cabellos y se olvidaron de su cuerpo.
    Golpeándose con fuerza el pecho y llorando, cantaban su gloria.

    "Ante tu poder, Señor, la Tierra tembló; el fuego, la Luna y el Sol oscurecían ante tu esplendor.
    Sesa, el dios serpiente, y la tortuga divina no podían soportar el peso de tu cuerpo, que ahora yace en el suelo lleno de polvo.
    Varuna, el dios que preside las aguas, Kubera, el dios de la riqueza, Indra, el señor de los cielos, y el dios viento, ninguno tuvo el coraje de enfrentarse contigo en la batalla.

    Por el poder de tu brazo, Señor, conquistaste a la muerte, así como también a Yama, dios que castiga a los que hacen el mal en el otro mundo; sin embargo, tú yaces hoy como una criatura abandonada.
    Tu grandeza es conocida en todo el mundo; tus hijos y parientes también poseían una fuerza incalculable.

    La hostilidad con Sri Rama te ha llevado a esta condición y no queda ninguno de los tuyos para lamentar tu muerte.
    Toda la creación de Dios, mi Señor, estaba bajo tu control; los formidables regentes de los ochos cuartos del mundo siempre se inclinaban ante ti.
    Pero ahora los chacales comen tus cabezas y brazos, destino que de ninguna forma deja de merecer el enemigo de Sri Rama. Condenado a muerte, mi señor, no escuchaste mis palabras y tomaste al Rey de los seres animados e inanimados por un ordinario mortal.

    Tomaste por hombre al mismo Sri Rama, auténtico fuego que consume el bosque de la raza de los demonios, y no adoraste al Todopoderoso a quien, mi amado esposo, El Señor Shiva, Brahma y otros dioses rinden homenaje.
    Tu cuerpo se deleitaba desde que naciste en hacer daño a otros, y era un recipiente de pecados; sin embargo, Sri Rama te ha absorbido en Su propio Ser.
    Yo me inclino ante Él, pues es el inimitable Brahma.

    ¡Oh, mi señor! No hay nadie tan bondadoso como el divino Sri Rama, Señor de los Raghus, que te concedió un estado difícil de obtener para los Yoguis.
    "

    Los dioses, sabios y Siddhas, se regocijaron al oír las palabras de Mandodari.
    Brahma, Shiva, Narada, Sanaka y sus tres hermanos, Sanandana, Sanatana y Sanatkumara, y otros grandes sabios maestros de la verdad suprema, se sintieron sobre cogidos de emoción mientras se deleitaban mirando al
    Señor de los Raghus, y sus corazones se llenaron de agradecimiento.

    Al oír las lamentaciones de las mujeres de Ravana, Vibhisana se aproximó a ellas con el corazón apenado, sintiendo aflicción por el estado de su hermano.
    Por lo cual el Señor ordenó a su hermano menor, Lakshmana, que tratara de consolarle.

    Después, Vibhisana regresó junto al Señor, que le miró lleno de compasión y le dijo:
    "Abandona tu pena y prepara los ritos del funeral".

    Obedeciendo los deseos del Señor, Vibhisana celebró el entierro siguiendo estrictamente las escrituras y respetando fielmente el fugar y el tiempo.

    Después de ofrecer al difunto puñados de agua y semillas de sésamo, para la propiciación de su alma, Mandodari y el resto de las reinas regresaron a sus palacios, relatando la grandeza de Sri Rama, Señor de los Raghus. [...]

    Mandodari, + Ravana, rey demonio, hijo de Sabio Vishrava y Kaikasi, mujer demonio.